viernes, 29 de junio de 2012

FIN.

He aquí el culmen de una etapa de mi vida. El fin de cuatro de los muchos años que me quedan para seguir formándome. Por suerte o por desgracia la vida es eso, cerrar puertas y abrir ventanales. Echo la vista atrás y contemplo, en esta tarde calurosa de verano, todo lo que he dejado junto a las huellas de mi camino humilde, serpenteante, abrupto a veces y más llano en otras. Atrás quedan profesores, amigos, colegas, conocidos y extraños que me saludan desde lejos, algunos guiñándome el ojo cariñosamente, otros con lágrimas en los ojos agitando un pañuelo como un barco que acaba de zarpar. Eso es quizás lo que más nostalgia me produce... no poder llevarlos en mi barco. 

A lo largo de mi camino por la educación he tenido el placer de conocer a muchos profesores que me han servido de ejemplo y guía en mi vida cotidiana. Al principio, no tenía la madurez suficiente como para darme cuenta de lo que me han regalado, pero ahora creyendo que he alcanzado ese nivel, quiero darles las gracias a todos y cada uno de ellos. Unos por menos y otros por más, pero todos y cada uno habeis contribuido a formar lo que soy hoy en día. Gracias por esa modesta semilla que habeis plantado en mi cabeza y en mi corazón.

En ese camino, he conocido también a aquella que sería y es a día de hoy, una de las mejores y más grandes amigas que se puede tener: Mariam. No creo que con 3 años fuese consciente de lo que iba a significar en mi vida y creo que ahora, tampoco consigo aceptarlo. Pero estoy muy agradecida de que esté ahí aún, después de 10 ó 12 años siendo amiga mía y lo que conlleva aguantarme. Y es que, cuando voy paseando por ese camino de mi vida ella no está cuando miro delante, ni cuando miro atrás, pero si está cuando miro a mi lado. Ahí siempre fiel, agarrando mi mano para que no me desvíe. No sé cuántas veces te lo he dicho ya, pero te quiero mucho "hermana". 

Andando y andando, encontré hace un par de años a un grupo de pequeñajas que sin saberlo acabaron sentandose conmigo debajo de un árbol en el recreo. Ese fue sin duda, el mejor testigo de esos lazos que se formaron y que hoy en día, algunos rotos pero otros, reforzados y sellados con saliva han conseguido salvarse. Hemos vivido muchas cosas juntas y por una cosa o por otra, me habeis ayudado a mejorar como persona y os estoy muy agradecida. No voy a negar que ha habido baches, ha habido tropezones, pero no hay duda de que formais parte de mi vida. Gracias a todas: Alicia, Marina, Elena, Martha, Marta, Ana y Sara. 

Supongo que me he puesto más pastelosa y melancólica de lo que debería, porque es cierto no se acaba el mundo. Aunque por una parte, mi corazón esté triste por lo que se deja atrás, otra parte está deseando asomarse a ese ventanal que se ha abierto. 


PD: Ahora comprendo a Manolo, cuando decía que a los poetas se les escapa la palabra porque no veas cómo me ha costado coger algunas al vuelo ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario